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122.
Donde la mayoría decide, domina la fuerza
sobre la forma. A la inversa, donde la
minoría tiene la preeminencia.
Osadía no se les puede reprochar a los
políticos teóricos. ¿A ninguno se le ha
ocurrido todavía intentar si monarquía y
democracia a secas, como elementos de un
verdadero estado universal, no deberían y
podrían estar combinadas?
Una democracia verdadera es un minus-
estado absoluto. Una monarquía verdadera
es un plus-estado absoluto. La
constitución de la monarquía es el
carácter del regente. Su garantía es su
voluntad.
Democracia, en el sentido acostumbrado, no
es en el fondo distinta de monarquía, sólo
que aquí el monarca es una gran cantidad
de cabezas. La genuina democracia es
protestantismo, estadio político natural,
así como el protestantismo en sentido
estricto, estadio religioso natural.
La forma de gobierno moderada es mitad
estado y mitad estadio natural, es una
máquina artificial, muy frágil, y por lo
tanto sumamente desagradable para todas
las geniales cabezas, pero el caballo de
batalla de nuestro tiempo. Si esta máquina
pudiera transformarse en un ser vivo,
autónomo, el gran el problema estaría
resuelto. Arbitrio natural e imperativo
artístico se compenetran si se los
disuelve en espíritu. El espíritu hace a
ambos fluidos. El espíritu es en todo
momento poético. El estado poético, es el
estado verdadero, perfecto.
Un estado muy pleno de espíritu será de
por sí poético. Cuanto más espíritu e
intercambio de ideas haya en el estado,
tanto más se aproximará él a lo poético,
tanto más regocijadamente cada uno
limitará dentro de él sus pretenciones y
querrá hacer los sacrificios necesarios
por amor a lo bello, por el gran
individuo, tanto menos tendrá el estado
necesidad de ello, tanto más semejante
será el espíritu del estado, al espíritu
de un Único hombre ejemplar, que sólo ha
declarado una única ley: Sé tan bueno y
poético, como sea posible.
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